martes, 9 de octubre de 2012

Desde Europa, la voz de los sin voz




“Participemos y provoquemos participación,
 invitando a asumir responsabilidades
y valorando las acciones que se realicen”.
Monseñor Luis Infanti.

Conocida es ya por todos la partida del sacerdote Pierre Dubois, ícono de la lucha por los derechos humanos en un momento donde en Chile quien daba la vida por la protección de los indefensos lo hacia de forma literal. La televisión se llena hoy de las anécdotas de el cura superhéroe que, en la emblemática población La Victoria, marchaba con los trabajadores y se posaba entre su gente y las armas que se apuntaron más de una vez ante sus ojos. Un luchador símbolo de la no violencia desde Francia para Chile.
La partida de Piere Dubois le ha dado vitrina a las autoridades nacionales para poner en la mesa el tema de la defensa de los derechos humanos, sin embargo el discurso oportuno, difícilmente llega a equiparar los años de lucha y desigualdad que hasta hoy golpean a los chilenos. El discurso sale fácil de la boca de Ministros y Presidentes, engrandeciendo la figura de este hombre consciente, libre y humano, mas no alcanza a levantar una mano de ayuda por la educación gratuita, los derechos elementales de niños y jóvenes de nuestro país y, menos aún, de los abandonados Ayseninos.


Como Duboi la Patagonia sabe de regalos europeos, con cariño se recuerdan las andanzas del italiano Padre Antonio Ronchi, sacerdote que desde los años 70 recorrió la región de Aysén donde, a punta de favores y voluntad, dotó a nuestro pueblo de una red de radioemisoras que hasta hoy unen e informan a las familias de los alejados residentes de la desmembrada Aysén. Construyó escuelas para los olvidados niños ayseninos, visualizando la importancia de una educación digna para el pobre. Fue ejemplo de lucha que, contra las políticas centralizadas y muchas veces el mismo poder eclesiástico, dejó los pies en el camino para dignificar a la gente del sur, generando proyectos productivos y sociales, alimentando a los desvalidos, construyendo capillas y albergues, profesando la palabra de Dios en su más puro sentido “la solidaridad”.
Se ha marchado Ronchi, recién nos dejo Duboi, y su legado de esperanza no nos ha abandonado del todo, la lucha no termina en el escenario social de nuestro país. Mientras la Patagonia libra una lucha por el agua y la dignidad, desde Italia vuelve a aparecer un rostro de sotana y carisma, el Monseñor Luis Infanti, actual obispo de Aysén. Con el mismo ímpetu de sus antecesores lleva la bandera por los marginados, o como el mismo dice “la voz de los sin voz”
Con la fuerza de un guerrero hemos visto al Infanti enfrentar juicios y amenazas en la búsqueda de la verdad de los desaparecidos de Aysén, también le hemos visto unirse a los ayseninos y enfrentar al mismo Presidente de la república por los derechos del agua, bien que concibe como regalo y creación de Dios; del mismo modo le hemos oído dignificar la protesta social de “Aysén tu problema es mi problema”, respetando los derechos de los trabajadores y familias de la región.
  Aún queda en la Patagonia una luz de esperanza, una voz fuerte por la defensa de los derechos humanos, de la justicia y la no violencia. Despedimos a Duboi y agradecemos las enseñanzas de su legado, pero también bienvenimos a Luis Infanti, un actor social de nuestro tiempo.

Rodrigo Quezada
Director Regional Serpaj Aysén


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