“Participemos y provoquemos participación,
invitando a asumir responsabilidades
y valorando las acciones que se realicen”.
Monseñor Luis Infanti.
Conocida es ya por todos la partida del sacerdote Pierre
Dubois, ícono de la lucha por los derechos humanos en un momento donde en Chile
quien daba la vida por la protección de los indefensos lo hacia de forma
literal. La televisión se llena hoy de las anécdotas de el cura superhéroe que,
en la emblemática población La Victoria, marchaba con los trabajadores y se
posaba entre su gente y las armas que se apuntaron más de una vez ante sus
ojos. Un luchador símbolo de la no violencia desde Francia para Chile.
La partida de Piere Dubois le ha dado vitrina a las
autoridades nacionales para poner en la mesa el tema de la defensa de los
derechos humanos, sin embargo el discurso oportuno, difícilmente llega a
equiparar los años de lucha y desigualdad que hasta hoy golpean a los chilenos.
El discurso sale fácil de la boca de Ministros y Presidentes, engrandeciendo la
figura de este hombre consciente, libre y humano, mas no alcanza a levantar una
mano de ayuda por la educación gratuita, los derechos elementales de niños y
jóvenes de nuestro país y, menos aún, de los abandonados Ayseninos.
Como Duboi la Patagonia sabe de regalos europeos, con cariño se recuerdan
las andanzas del italiano Padre Antonio Ronchi, sacerdote que desde los años 70
recorrió la región de Aysén donde, a punta de favores y voluntad, dotó a
nuestro pueblo de una red de radioemisoras que hasta hoy unen e informan a las
familias de los alejados residentes de la desmembrada Aysén. Construyó escuelas
para los olvidados niños ayseninos, visualizando la importancia de una
educación digna para el pobre. Fue ejemplo de lucha que, contra las políticas centralizadas
y muchas veces el mismo poder eclesiástico, dejó los pies en el camino para
dignificar a la gente del sur, generando proyectos productivos y sociales, alimentando
a los desvalidos, construyendo capillas y albergues, profesando la palabra de
Dios en su más puro sentido “la solidaridad”.
Se ha marchado Ronchi, recién nos dejo Duboi, y su legado
de esperanza no nos ha abandonado del todo, la lucha no termina en el escenario
social de nuestro país. Mientras la Patagonia libra una lucha por el agua y la
dignidad, desde Italia vuelve a aparecer un rostro de sotana y carisma, el Monseñor
Luis Infanti, actual obispo de Aysén. Con el mismo ímpetu de sus antecesores
lleva la bandera por los marginados, o como el mismo dice “la voz de los sin
voz”
Con la fuerza de un guerrero hemos visto al Infanti
enfrentar juicios y amenazas en la búsqueda de la verdad de los desaparecidos
de Aysén, también le hemos visto unirse a los ayseninos y enfrentar al mismo Presidente
de la república por los derechos del agua, bien que concibe como regalo y
creación de Dios; del mismo modo le hemos oído dignificar la protesta social de
“Aysén tu problema es mi problema”, respetando los derechos de los trabajadores
y familias de la región.
Aún queda en la Patagonia una luz de
esperanza, una voz fuerte por la defensa de los derechos humanos, de la
justicia y la no violencia. Despedimos a Duboi y agradecemos las enseñanzas de
su legado, pero también bienvenimos a Luis Infanti, un actor social de nuestro
tiempo.
Rodrigo Quezada
Director Regional Serpaj Aysén
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